martes, 24 de julio de 2007

Una entrevista perdida a Freud (1926)

Una entrevista perdida a Freud (1926)

Concedida al periodista norteamericano George Sylvester Viereck

En los Alpes autríacos en el año de 1926



Entre las preciosidades encontradas en la Biblioteca de la Sociedad Sigmund Freud

está esta entrevista. Debe haber sido publicada en la prensa americana de la época.

Se creía qu estuviese perdida, cuando el boletín de la Sigmund Freud Haus publico una

versión condensada, en 1976. Verdaderamente, el texto integral había sido publicado en el volumen ? Psychoanálisis and the Fut ? número especial del ?Journal of Psychology?, de Nueva York, en 1957. Es ese texto que aquí reproducimos.

S.Freud: Setenta años me enseñaran a aceptar la vida con serena humildad. ( Quien habla es el Profesor Sigmund Freud, el grande explorador del alma). El escenario de nuestra conversación fue una casa de verano en Semmering, una montaña en los Alpes austríacos
Yo habia visto al padre del psicoanálisis por última vez en su modesta casa de la capital autríaca. Los pocos años entre mi última visita y la actual multiplicaron las arrugas en su frente. Intensificaran su palidez de sabio. Su cara estaba tensa, como si sintiese dolor. Su mente estaba alerta, su espíritu firme, su cortesía impecable como siempre, pero una ligera
imposibilidad en el habla me perturbó. Parece que un tumor maligno necesitó ser operado. Desde entonces Freud usa una prótesis , para él una causa de constante irritación.

S.Freud; Detesto mi maxilar mecánico, porque la lucha con el aparato me consume mucha energía preciosa. Pero prefiero a él a ningún maxilar. Todavía prefiero la existencia a la extinción. Tal vez los dioses sean gentiles con nosotros, tornando la vida más desagradable
A medida que envejecemos. Por fin la muerte nos parece menos intolerable de que los

fardos que cargamos. ( Freud se niega a admitir que el destino le reserva algo especial.)
Porque ( dice calmamente ) debería yo esperar un tratamiento especial? La vejez, con sus achaques, llega para todos Yo no me rebelo contra la orden universal. Al final, más de setenta años. Tuve bastante para comer. Aprecié muchas cosas- la compañía de mi mujer, mis hijos, y el sol en el ocaso. Observe las plantas crecer en la primavera. De z en cuando tuve una mano amiga para apretar. Una vez o otra encontré un ser humano que casi me comprendió. Que más puedo querer?

G.S.Viereck: El señor tuvo fama. Su obra influyó en la literatura de cada país. El hombre observa la vida y a sí mismo con otros ojos, por causa del señor. Y recientemente en su septuagésimo cumpleaños, el mundo se reunió para homenajearlo, con excepción de su Universidad.

S.Freud: Si la Universidad de Viena me demostrase reconocimiento, yo quedaría en una situación embarazosa. No existe razón para aceptar a mi y a mi obra porque tengo setenta años. Yo no atribuyo importancia a los decimales. La fama llega apenas cuando morimos y, francamente, lo que viene después no me interesa. No aspiro a gloria póstuma. Mi modestia no es virtud.

G.S.Viereck: No significa nada el hecho de que su nombre vivirá?

S.Freud: Absolutamente nada, mismo que el viva, lo que no es cierto. Estoy bien más preocupado con el destino de mis hijos. Espero que sus vidas no vengan a ser difíciles. No puedo ayudarlos mucho. La guerra prácticamente liquidó mis posesiones, lo que había
Ahorrado durante mi vida. Pero puedo darme por satisfecho> El trabajo es mi fortuna.
(Estábamos subiendo y bajando un pequeño sendero en el jardín de la casa. Freud acarició tiernamente un arbusto que florecía.)

S.Freud; Estoy mucho más interesado en este botón que en lo que pueda sucederme después que esté muerto.

G.S.Viereck: Entonces el señor es, al final, un profundo pesimista?

S.Freud: No, no soy. No permito que ninguna reflexión filosófica dificulte mi entusiasmo por las cosas simples de la vida.

G.S.Viereck: El señor cree en la persistencia de la personalidad después de la muerte, de cualquier forma que sea?

S.Freud: No pienso en eso. Todo lo que vive perece. Porque debería el hombre constituir una excepción?

G.S.Viereck: Gustaría de retornar de alguna forma, de ser recatado del polvo? El señor no tiene, en otras palabras el deseo de la inmortalidad?

S.Freud: Sinceramente no. Si la gente reconoce los motivos egoístas por detrás de la conducta humana, no tiene el mínimo deseo de volver a la vida; moviéndose en un círculo seria también la misma.
Además de eso, mismo que el eterno retorno de las cosas, para usar la expresión de Nietzche, nos dotase nuevamente de nuestro cuerpo, para que serviría, sin memoria? No habría eslabón entre pasado y futuro, Por lo que a mí me toca, estoy perfectamente satisfecho en saber que el eterno sufrimiento de vivir finalmente pasará. Nuestra vida es necesariamente una serie de compromisos, una lucha interminable entre el yo y el ambiente. El deseo de prolongar la vida me parece absurdo.

G.S.Viereck: Bernard Shaw afirma que vivimos muy poco. El piensa que el hombre puede prolongar la vida y así desear, llevando su voluntad a actuar sobre las fuerzas de la evolución. El cree que la humanidad puede reencontrar la longevidad de los patriarcas.

S.Freud: Es posible que la muerte en si no sea una necesidad biológica. Tal vez muramos porque deseamos morir. Así como amor y odio por una persona habitan al mismo tiempo en nuestro pecho, así también toda la vida conjuga con el deseo de mantener el deseo de la propia destrucción. Del mismo modo como un pequeño elástico estirado tiende a asumir la forma original, así también toda la materia viva, conscientemente o inconscientemente, busca readquirir la completa, a absoluta inercia de la existencia inorgánica. El impulso de vida y el impulso de muerte cohabitan lado a lado dentro de nosotros. La Muerte es la compañera del Amor. Juntos ellos dirigen el mundo. Esto es lo que dice mi libro? Más allá del principio del placer?. En el comienzo, el psicoanálisis supuso que el Amor tenía todo la importancia, Ahora sabemos que la muerte es igualmente importante. Biológicamente, todo ser vivo, no importa cuan intensamente la vida queme dentro de él, ansía por el Nirvana, por la cesación de la æfiebre llamada vivir?, ansía por el seno de Abraham. El deseo puede ser encubierto por desvíos. No obstante, el objetivo verdadero de la vida es su propia extinción.

G.S.Viereck: Esto es filosofía de la autodestrucción. Ella justifica el autoexterminio. Llevaría lógicamente al suicidio universal imaginadi por Eduard Von Hartmann.

S.Freud: La humanidad no elige el suicidio la ley de su ser desaprueba la vía directa para su fin. La vida tiene que completar su ciclo de existencia. En todo ser normal, la pulsión de vida es fuerte lo bastante para contrabalancear la pulsión de muerte, a pesar que al final sea más fuerte. Podemos entretener a la fantasía de que la Muerte viene por nuetra propia voluntad.. Sería más posible que pudiésemos vencer a la muerte, si no fuese por su aliado dentro de nosotros. En éste sentido (agregó Freud con una sonrisa) puede ser justificado decir que toda muerte es suicidio disfrazado.
(Estaba quedando frío en el jardín. Continuamos la conversación en el gabinete. Vi una pila de manuscritos sobre la mesa, con la caligrafía clara de Freud.)

G.S.Viereck: En qué el señor está trabajando?

S.Freud: Estoy escribiendo una defensa del análisis lego, del análisis practicado por legos. Los doctores quieren tornar al análisis ilegal para los no médicos. La Historia, esa vieja plagiadora, se repite después de cada descubierta. Los doctores al comienzo combaten cada nueva verdad. Después procuran monopolizarla.

G.S.Viereck: El señor tiene mucho apoyo de los legos?

S.Freud: Algunos de mis mejores discípulos son legos.

G.S.Viereck: El señor está practicando mucho el psicoanálisis?

1 comentario:

carlosc dijo...

hola amigo
Gracias por el magterial Me parececio interesante Donde podria seguir estos trabajos_M.Gracias
Carlos Carrazzoni
carloscarrazzoni@gmail.com